10 de octubre de 2005

Montevideo, una ciudad con río.


De niña chica siempre estuve cerca del mar. Tuve la suerte, junto con mi hermano, de ir de vacaciones de invierno y verano a la casa de unos tíos en Punta de Tralca. Conservo varios recuerdos, por ejemplo, cuando hacíamos largas travesías por la quebrada de eucaliptos o atravesábamos el bosque para llegar a la playa de la Punta. Disfruté días enteros cerca del mar y noches también.
De niña grande estoy más cerca del río. Fue en Vilches, un pueblito que crece junto al Río Lircay en la Séptima Región, donde descubrí la magia y encanto de los lugares por donde pasa el río. Montevideo es uno de esos lugares. Una ciudad pequeña, habitada por apenas un millón y medio de personas, que posee la particularidad de estar rodeada completamente por el Río de la Plata. A ratos da la sensación de estar cerca del mar, al fondo se divisan los barcos, sin embargo, el océano atlántico recién comienza en Punta del Este.
Caminar por la costanera o la rambla como le llaman los uruguayos, es paseo obligado en Montevideo. Se puede comenzar en el muelle que está al lado del Puerto, pasando por Punta Carretas, Pocitos, Malvin, Punta Gorda hasta llegar a Carrasco. Es un paseo largo que se puede hacer por etapas, de día o de tarde. Siempre hay gente caminando, haciendo ejercicio o tomando mate.
Tanto la ciudad vieja como la moderna conservan la riqueza de su patrimonio arquitectónico. No en vano los estudiantes de arquitectura tienen la obligación, dentro de su plan de estudios, de pasar 10 meses viajando por Europa. Conocí casas y edificios que mezclan distintos estilos y formas y que mantienen en común los balcones, los muros bajos, las áreas verdes. Lo mejor, a mi juicio, es que prácticamente no se ven rejas de protección.
Hay varias plazas y parques por la ciudad. Con Vicente conocimos el Parque del Prado en un costado y el Parque Rodó en el otro. Hicimos un paseo muy bonito que comienza en las cercanías del Parque Rodó. Pasamos por juegos, una laguna, un museo y entremedio de varios árboles, entre ellos el “oreja de negro” que tiene unas semillas grandes en forma de corazón. La caminata termina en Playa Ramírez al frente del Casino.
Por el barrio de Punta Gorda, hay una pequeña isla de palmeras sin habitantes y un castillo árabe anclado entre la arena y las rocas del Río de la Plata que corresponde al Museo Oceanográfico.
Uruguay fue el primer lugar que visité fuera de Chile en 1994. Hace dos semanas regresé con Vicente a la celebración de un acontecimiento familiar y la verdad es que lo pasamos muy bien. Tuvimos todo el tiempo para jugar, comer muchos helados y sobretodo, bañarnos en el Río de la Plata.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Segun lo que describes anima mucho viajar hacia allá.

5:27 p. m.  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

4:35 p. m.  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

7:05 a. m.  

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